Los centros de menores están cargados de estereotipos, estos se basan en una idea preconcebida, compartida por un determinado grupo de personas que llega a convertirse en una creencia olvidando que no es más que un prejuicio, pero en el caso de este tipo de centros (aunque hoy día cada vez menos) podríamos decir que los estereotipos se cumplen.
Para que conozcamos la realidad más dura de los centros de menores, nos dispusimos a ver un video; en este, una serie de personas que han estado internadas o han trabajado allí, relatan las experiencias que han tenido.
El video nos informa sobre el desconocimiento del número de centros que existen así como los menores que lo integran, además de las prácticas que se llevan a cabo en el mismo. Los diagnósticos pecan de reduccionistas, pues se estigma a los niños. Escuchamos testimonios en los que se ata a una silla a una menor durante 3 días, orinando y defecando en esta misma silla, o que se les droga durante días si se ponían agresivas, sin embargo cuando tenían dolores de cualquier tipo no se les proporcionaba ningún tipo de medicamento.
Todas las prácticas son, según nos informan, legales y necesarias, lo único que las separa de la ilegalidad es la forma en la que se llevan a cabo, pues si una menor se ha equivocado en la forma de actuar y el educador le pide que reflexione sobre la situación, y esta lo que hace es autolesionarse, es necesario utilizar las medidas de contención, pero siempre bien utilizadas, al igual que la medicación, pero se requiere una evaluación por parte de un equipo de médicos y psiquiatras, aunque no quede reflejado en el video; pues si un bebé llega con síndrome de abstinencia porque su madre ha consumido drogas durante el embarazo, será necesario la medicación al mismo. Sin embargo, algunos expertos comentan que si sometiera a su hijo a castigos físicos, lo mantuviera aislado, le medicara sin consentimiento de ningún médico, el Estado le quitaría la tutela, en cambio, a pesar del conocimiento de las practicas realizadas en estos centros, el Estado no hace nada por cambiarlas.
Podemos decir que lo ideal es que el tratamiento médico que requieren alguno de estos menores, sea sustituido poco a poco por un tratamiento social cada vez más potente; el trabajo psicosocial es muy importante, mucho más que el médico, por ello cuanto antes esté el menor adecuado a las condiciones, siendo el tratamiento médico menor, mayor será el impacto que le proporcionará el psicosocial, aunque se trabaje desde el mismo momento que el médico, si la persona no está en las mejores condiciones para captar toda la información, no será de gran utilidad.
Considero que lo peor es que no pudieran denunciar estos maltratos, pues se encontraban muy vigilados, si comentaban algo a los familiares los castigos serían peores. Hoy día, las denuncias ante estos maltratos se realizan con más facilidad, además existen más medios para poder hacerlo, así como la vigilancia a los mismos se ha incrementado, pues detrás de todo esto, existe un equipo que vela y guarda por el menor a pesar de que se encuentre en un centro d menores, con lo que si sucede alguna irregularidad es más fácil detectarla.
Nos comentan que la realidad de estos centros de menores no ha cambiado demasiado, pues la falta de profesionalidad (como en cualquier puesto de trabajo) existe, aunque en estos casos sea más grave, pues se está tratando con personas que necesitan ayuda, apoyo, motivación, para salir adelante. Esta falta de profesionalidad podemos observarla, por ejemplo, en la entrada en estos centros de gente sin titulación, solo con un físico fuerte, con el fin de poder reducir a los menores cuando fuera necesario, aunque lo peor, es que tras la reforma llevada a cabo, a estas personas sin titulación (gracias al Colegio de Educadores Sociales), se les ha convalidado el título de educadores sociales, por los años que han estado trabajando en un centro de menores; hecho que me parece muy impactante, pues esta profesión que requiere de grandes habilidades y conocimientos específicos, se le otorga cero importancia, pues se compara la experiencia de una serie de personas que se dedican a reducir a menores, con personas que se han especializado en materias para educar de la forma más adecuada, y aun así los errores serán múltiples. También impactante que la figura de una monja sea el referente del centro, la educadora principal del centro, pues está sólo está titulada en teología, que es lo más probable, no está preparada para atender a menores que han sufrido una serie de situaciones, para las que no está lista.
La estructura administrativa de los centros de menores pasa por el siguiente esquema, Consejería de Igualdad y Bienestar Social, Dirección general de Infancia y Familia y el Servicio de Protección de menores.
Legislativamente, se justifica desde al ámbito internacional, nacional y andaluza, pero de forma específica, atenderemos a las siguientes leyes: Ley 1/1998, de 20 de Abril, de los Derechos y Atención al menor en Andalucía, el Decreto 42/2002 de 12 de Febrero, sobre desamparo, tutela y guarda del menor y el Decreto 355/2003 de 16 de Diciembre, sobre acogimiento residencial de menores, con lo que podemos decir que se encuentran bastante protegidos.
Existen dos conceptos o situaciones básicas por las que un menor ingresa en un centro de menores, la situación de riesgo y de desamparo.
La situación de riesgo hace referencia a aquellas en las que existen carencias o dificultades en la atención de las necesidades básicas que los menores precisan para su correcto desarrollo físico, psíquico y social y que no requieren su separación del medio familiar.
La situación de desamparo se refiere a cualquier acción, omisión o trato negligente, no accidental, por parte de los padres, cuidadores o por instituciones, que compromete la satisfacción de las necesidades básicas del menor e impide e interfiere en su desarrollo físico, psíquico y/o social.
La diferencia entre ambas es que en la situación de riesgo el menor es sacado del contexto en el que se encuentra, mientras que en la situación de desamparo se retira al mismo, pues se está llevando a cabo una situación de maltrato.
Los centros de protección de menores se clasifican de la siguiente forma, aunque no podemos decir que esta clasificación sea definitiva:
• Centros de acogida inmediata (0 – 6 meses, mientras que se determina que recurso interponer)
• Centros residenciales (hasta los 18 años, en el se trabajan una serie de medidas o programas, para facilitar la posterior independencia del menor)
• Viviendas tuteladas (ejemplo de una de las medidas que se ofertan después de estar en un centro residencial)
• Centros residenciales de protección para menores con trastornos de conducta
Además podemos distinguir entre centros de protección y centros de reforma. Los centros de protección hacen referencia a aquellos menores que por situaciones de maltrato, abandono o negligencia son retirados del entorno. En cambio los centros de reforma están destinados a aquellos menores que han cometido un delito y no tienen edad para ingresar en la cárcel; el grado del delito cometido determinará la edad de entrada al centro.
La trabajadora social, nos comenta que su trabajo se encuentra muy limitado, pues depende de una rutina muy estricta a la que son sometidos los niños, aunque intenta diariamente, realizar alguna actividad que rebaje el nivel de estrés que sufren tanto los niños como los profesionales que trabajan con ella. Los profesionales son los responsables de que el menor modifique sus conductas, con lo que depende de ellos que estos cambien su forma de actuar, así pues es necesario que el poco tiempo del que dispongan ideen cosas nuevas, llamativas que atraigan la atención de los menores y les ayude a transformar aquellos aspectos que no deberían tener. Esta profesional que se sitúa en el CAI (centro de acogida inmediata), trabaja mucho el apego paterno filial, ya que es un perfil que el niño debe reconocer y aceptar a pesar de que su entorno familiar no haya sido el más adecuado, es necesario trabajar una serie de valores que serán esenciales en su día a día, aunque sea de forma inconsciente.
Por lo que nos ha comentado, el trabajo de un educador social se reduce, en centros de este tipo, a cumplir las tareas básicas que se realizan en un hogar además de tener que educarles, incorporar nuevas formas de actuar a través de un aprendizaje activo, dinámico…
Poveda, es una comunidad terapéutica de drogrodependientes, en ella también he podido observar como los educadores que se encuentran en dicha comunidad son los encargados de realizar el trabajo más importante, tanto el de tareas domesticas como el de educar a las personas que se encuentra en esta para además de dejar la adicción que tengan, modificar aquellos aspectos que les han inclinado, les han empujado a consumir “x” tipo de droga.
Con lo que considero que la figura del educador está poco valorada, pues no estamos para realizar las tareas propias de un hogar, sino para intervenir en una realidad compleja que requiere una mejora, así como ayudar a las personas (con dificultades sociales o en riesgo de exclusión) que forman parte de esta. Siendo por tanto la motivación y observar como nuestro alrededor mejora, las fuentes para continuar con realizando esta profesión.
Para que conozcamos la realidad más dura de los centros de menores, nos dispusimos a ver un video; en este, una serie de personas que han estado internadas o han trabajado allí, relatan las experiencias que han tenido.
El video nos informa sobre el desconocimiento del número de centros que existen así como los menores que lo integran, además de las prácticas que se llevan a cabo en el mismo. Los diagnósticos pecan de reduccionistas, pues se estigma a los niños. Escuchamos testimonios en los que se ata a una silla a una menor durante 3 días, orinando y defecando en esta misma silla, o que se les droga durante días si se ponían agresivas, sin embargo cuando tenían dolores de cualquier tipo no se les proporcionaba ningún tipo de medicamento.
Todas las prácticas son, según nos informan, legales y necesarias, lo único que las separa de la ilegalidad es la forma en la que se llevan a cabo, pues si una menor se ha equivocado en la forma de actuar y el educador le pide que reflexione sobre la situación, y esta lo que hace es autolesionarse, es necesario utilizar las medidas de contención, pero siempre bien utilizadas, al igual que la medicación, pero se requiere una evaluación por parte de un equipo de médicos y psiquiatras, aunque no quede reflejado en el video; pues si un bebé llega con síndrome de abstinencia porque su madre ha consumido drogas durante el embarazo, será necesario la medicación al mismo. Sin embargo, algunos expertos comentan que si sometiera a su hijo a castigos físicos, lo mantuviera aislado, le medicara sin consentimiento de ningún médico, el Estado le quitaría la tutela, en cambio, a pesar del conocimiento de las practicas realizadas en estos centros, el Estado no hace nada por cambiarlas.
Podemos decir que lo ideal es que el tratamiento médico que requieren alguno de estos menores, sea sustituido poco a poco por un tratamiento social cada vez más potente; el trabajo psicosocial es muy importante, mucho más que el médico, por ello cuanto antes esté el menor adecuado a las condiciones, siendo el tratamiento médico menor, mayor será el impacto que le proporcionará el psicosocial, aunque se trabaje desde el mismo momento que el médico, si la persona no está en las mejores condiciones para captar toda la información, no será de gran utilidad.
Considero que lo peor es que no pudieran denunciar estos maltratos, pues se encontraban muy vigilados, si comentaban algo a los familiares los castigos serían peores. Hoy día, las denuncias ante estos maltratos se realizan con más facilidad, además existen más medios para poder hacerlo, así como la vigilancia a los mismos se ha incrementado, pues detrás de todo esto, existe un equipo que vela y guarda por el menor a pesar de que se encuentre en un centro d menores, con lo que si sucede alguna irregularidad es más fácil detectarla.
Nos comentan que la realidad de estos centros de menores no ha cambiado demasiado, pues la falta de profesionalidad (como en cualquier puesto de trabajo) existe, aunque en estos casos sea más grave, pues se está tratando con personas que necesitan ayuda, apoyo, motivación, para salir adelante. Esta falta de profesionalidad podemos observarla, por ejemplo, en la entrada en estos centros de gente sin titulación, solo con un físico fuerte, con el fin de poder reducir a los menores cuando fuera necesario, aunque lo peor, es que tras la reforma llevada a cabo, a estas personas sin titulación (gracias al Colegio de Educadores Sociales), se les ha convalidado el título de educadores sociales, por los años que han estado trabajando en un centro de menores; hecho que me parece muy impactante, pues esta profesión que requiere de grandes habilidades y conocimientos específicos, se le otorga cero importancia, pues se compara la experiencia de una serie de personas que se dedican a reducir a menores, con personas que se han especializado en materias para educar de la forma más adecuada, y aun así los errores serán múltiples. También impactante que la figura de una monja sea el referente del centro, la educadora principal del centro, pues está sólo está titulada en teología, que es lo más probable, no está preparada para atender a menores que han sufrido una serie de situaciones, para las que no está lista.
La estructura administrativa de los centros de menores pasa por el siguiente esquema, Consejería de Igualdad y Bienestar Social, Dirección general de Infancia y Familia y el Servicio de Protección de menores.
Legislativamente, se justifica desde al ámbito internacional, nacional y andaluza, pero de forma específica, atenderemos a las siguientes leyes: Ley 1/1998, de 20 de Abril, de los Derechos y Atención al menor en Andalucía, el Decreto 42/2002 de 12 de Febrero, sobre desamparo, tutela y guarda del menor y el Decreto 355/2003 de 16 de Diciembre, sobre acogimiento residencial de menores, con lo que podemos decir que se encuentran bastante protegidos.
Existen dos conceptos o situaciones básicas por las que un menor ingresa en un centro de menores, la situación de riesgo y de desamparo.
La situación de riesgo hace referencia a aquellas en las que existen carencias o dificultades en la atención de las necesidades básicas que los menores precisan para su correcto desarrollo físico, psíquico y social y que no requieren su separación del medio familiar.
La situación de desamparo se refiere a cualquier acción, omisión o trato negligente, no accidental, por parte de los padres, cuidadores o por instituciones, que compromete la satisfacción de las necesidades básicas del menor e impide e interfiere en su desarrollo físico, psíquico y/o social.
La diferencia entre ambas es que en la situación de riesgo el menor es sacado del contexto en el que se encuentra, mientras que en la situación de desamparo se retira al mismo, pues se está llevando a cabo una situación de maltrato.
Los centros de protección de menores se clasifican de la siguiente forma, aunque no podemos decir que esta clasificación sea definitiva:
• Centros de acogida inmediata (0 – 6 meses, mientras que se determina que recurso interponer)
• Centros residenciales (hasta los 18 años, en el se trabajan una serie de medidas o programas, para facilitar la posterior independencia del menor)
• Viviendas tuteladas (ejemplo de una de las medidas que se ofertan después de estar en un centro residencial)
• Centros residenciales de protección para menores con trastornos de conducta
Además podemos distinguir entre centros de protección y centros de reforma. Los centros de protección hacen referencia a aquellos menores que por situaciones de maltrato, abandono o negligencia son retirados del entorno. En cambio los centros de reforma están destinados a aquellos menores que han cometido un delito y no tienen edad para ingresar en la cárcel; el grado del delito cometido determinará la edad de entrada al centro.
La trabajadora social, nos comenta que su trabajo se encuentra muy limitado, pues depende de una rutina muy estricta a la que son sometidos los niños, aunque intenta diariamente, realizar alguna actividad que rebaje el nivel de estrés que sufren tanto los niños como los profesionales que trabajan con ella. Los profesionales son los responsables de que el menor modifique sus conductas, con lo que depende de ellos que estos cambien su forma de actuar, así pues es necesario que el poco tiempo del que dispongan ideen cosas nuevas, llamativas que atraigan la atención de los menores y les ayude a transformar aquellos aspectos que no deberían tener. Esta profesional que se sitúa en el CAI (centro de acogida inmediata), trabaja mucho el apego paterno filial, ya que es un perfil que el niño debe reconocer y aceptar a pesar de que su entorno familiar no haya sido el más adecuado, es necesario trabajar una serie de valores que serán esenciales en su día a día, aunque sea de forma inconsciente.
Por lo que nos ha comentado, el trabajo de un educador social se reduce, en centros de este tipo, a cumplir las tareas básicas que se realizan en un hogar además de tener que educarles, incorporar nuevas formas de actuar a través de un aprendizaje activo, dinámico…
Poveda, es una comunidad terapéutica de drogrodependientes, en ella también he podido observar como los educadores que se encuentran en dicha comunidad son los encargados de realizar el trabajo más importante, tanto el de tareas domesticas como el de educar a las personas que se encuentra en esta para además de dejar la adicción que tengan, modificar aquellos aspectos que les han inclinado, les han empujado a consumir “x” tipo de droga.
Con lo que considero que la figura del educador está poco valorada, pues no estamos para realizar las tareas propias de un hogar, sino para intervenir en una realidad compleja que requiere una mejora, así como ayudar a las personas (con dificultades sociales o en riesgo de exclusión) que forman parte de esta. Siendo por tanto la motivación y observar como nuestro alrededor mejora, las fuentes para continuar con realizando esta profesión.
Estimada Esperanza:
ResponderEliminarNo te imaginas el infierno que viven las criaturas (supongo que todas no) que estás ubicadas en los centros de menores.
Nos hablan de que han creecido como plantas, sin cariño, ni etica, sin educación, sin cultura.
Nos hablan de que a ellos les decian que sus padres no los querian y a los padres que los niños no los querian ver.
Nos hablan de que no sienten nada cuando los acarian.
En fin somos aprodeme.org y tratamos de parar todo esto. Estamos colaborando con varios estudiantes y educadores en activo, que nos van contando cosas, aunque en cubierto por miedo a represalias.
Me gustaría mucho ver el video del que hablas. Y si quieres más información, estamos preparando un memorandum de maltratos a los menores y sus familias, para hacerselo llegar a los jueces y abogados.
Un saludo
MJ
maiozgz@hotmail.com