Inadaptación y exclusión social son términos en cuya práctica no son fundamentales sus diferencias, en cambio, una vez definidos, entenderemos porque es importante su distinción.
Ambos conceptos se refieren a lo mismo, distan en la temporalidad, mientras que la desadaptación es transitoria e implica la ruptura entre el medio y el individuo o viceversa, la inadaptación es permanente, implicando que el individuo es quien no se adapta al medio.
No se apuesta por la inadaptación social desde el punto de vista etimológico, sino por el carácter transitorio/momentáneo, de la falta de relaciones entre el individuo y el medio, confiando por tanto en herramientas que nos permitan prevenir e intervenir ante tales situaciones.
Existen diferentes tipos de inadaptación, social, familiar, escolar, cultural, etc.
Utilizamos un término peyorativo al definir inadaptación, pues nos referimos con él a una persona o grupo que no quiere seguir el ritmo de la sociedad, o bien, desde el punto de vista darwiniano contamos con los planos que definen a una persona y han hecho que se “acomode” en el momento en el que se encuentra, evolucionando esta inadaptación hasta nuestros días.
Esta diferenciación ha hecho posible la manifestación de multitud de definiciones acerca de la inadaptación. Pero si hemos de destacar alguna, esta será la de Casas, que manifiesta que la inadaptación, es la relación conflictiva entre el individuo y la sociedad en un momento determinado, generando una situación difícil que impide participar en la dinámica interrelacionar.
Es necesario profundizar en otros conceptos para poder comprender con mayor amplitud el fenómeno de la desadaptación, siendo estos, pobreza, exclusión social, marginación social y desigualdad.
La pobreza se refiere en un sentido tradicional y cuantitativo, a la descripción de la desigualdad y marginación generada por la escasez de recursos económicos; desde el punto de vista cualitativo, amplia la definición anterior añadiendo la recogida de situaciones derivadas de la falta de oportunidades para la integración social.
La pobreza relativa es un punto de vista que hace hincapié en la aparición de la misma como resultado de la estructuración de la desigualdad económica y el reparto no equitativo de la riqueza, es una forma de entender la pobreza atendiendo al entorno, valore y costumbres, de forma histórica.
La Unión Europea, define el “Umbral de la pobreza”, en relación al anterior calificativo de la misma, señalando este término, que el limite bajo el cual quedan incluidos todos aquellos individuos con ingresos inferiores a la mitad de los ingresos medios que se producen en cada país, pudiendo ser moderada (>50%) o severa (>25%).
Sin embargo se sigue aludiendo a la pobreza en términos absolutos, definida como una privación severa de la satisfacción de las necesidades humanas básicas; relacionada con la definición propuesta por el Consejo de las comunidades Europeas, que conceptualiza la pobreza no solo como una situación económica, sino también social y cultural, multidimensional.
Según Amartya Sen (premio Nobel de Economía en 1998), afirma que la pobreza no se debe medir analizando, simplemente, según el acceso a bienes materiales y sociales, sino que es necesario que estos individuos que tienen acceso a tales bienes sepan utilizarlos/administrarlos de forma eficaz.
Existen índices y tasas de evolución que nos ofrecen una paronímica actualizada de la pobreza en países pobres y avanzados, tanto en el ámbito internacional (el Índice de desarrollo humano que emplea la ONU y que publica periódicamente en su “programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo”, mide los avances promedio de un país según tres dimensiones: vida saludable, educación y nivel de vida medio digno según el PIB per cápita; un segundo indicador es el que analiza la situación de la infancia en países desarrollados , el informe de la UNEFF), europeo (el Índice de Gini mide la desigualdad social que indica si la distribución de ingresos de un país es equitativa o cuanto se aleja de serlo) y nacional (el INE a través de los datos que publica en la Encuesta de Condiciones de vida, mide el umbral de la pobreza dependiendo de la distribución de los ingresos por unidad de consumo de las personas y proporciona la tasa de pobreza relativa).
La marginación social es una situación del individuo o grupo de individuos respecto a la sociedad, que no tiene cubiertas sus necesidades vitales de salud, educación, estabilidad y afecto, manifestándose a través de la pobreza, la deficiencia familiar y la conducta desadaptada; viene marcada por la dificultad para integrarse a algunos sistemas del funcionamiento social, mientras que la desigualdad hace referencia a la distancia (no a la dificultad de integración) entre los miembros de una sociedad por distribución desigual tanto de oportunidades como de recursos.
La desigualdad es un concepto más amplio que la pobreza, pues mide en término de riqueza o renta. Cuanto más diferencial sea la distribución de recursos (desigualdad), mayor será el porcentaje de la población que vive en situación de pobreza.
Podemos decir que la superación de una, no implica la mejora de la otra.
Ambos conceptos se refieren a lo mismo, distan en la temporalidad, mientras que la desadaptación es transitoria e implica la ruptura entre el medio y el individuo o viceversa, la inadaptación es permanente, implicando que el individuo es quien no se adapta al medio.
No se apuesta por la inadaptación social desde el punto de vista etimológico, sino por el carácter transitorio/momentáneo, de la falta de relaciones entre el individuo y el medio, confiando por tanto en herramientas que nos permitan prevenir e intervenir ante tales situaciones.
Existen diferentes tipos de inadaptación, social, familiar, escolar, cultural, etc.
Utilizamos un término peyorativo al definir inadaptación, pues nos referimos con él a una persona o grupo que no quiere seguir el ritmo de la sociedad, o bien, desde el punto de vista darwiniano contamos con los planos que definen a una persona y han hecho que se “acomode” en el momento en el que se encuentra, evolucionando esta inadaptación hasta nuestros días.
Esta diferenciación ha hecho posible la manifestación de multitud de definiciones acerca de la inadaptación. Pero si hemos de destacar alguna, esta será la de Casas, que manifiesta que la inadaptación, es la relación conflictiva entre el individuo y la sociedad en un momento determinado, generando una situación difícil que impide participar en la dinámica interrelacionar.
Es necesario profundizar en otros conceptos para poder comprender con mayor amplitud el fenómeno de la desadaptación, siendo estos, pobreza, exclusión social, marginación social y desigualdad.
La pobreza se refiere en un sentido tradicional y cuantitativo, a la descripción de la desigualdad y marginación generada por la escasez de recursos económicos; desde el punto de vista cualitativo, amplia la definición anterior añadiendo la recogida de situaciones derivadas de la falta de oportunidades para la integración social.
La pobreza relativa es un punto de vista que hace hincapié en la aparición de la misma como resultado de la estructuración de la desigualdad económica y el reparto no equitativo de la riqueza, es una forma de entender la pobreza atendiendo al entorno, valore y costumbres, de forma histórica.
La Unión Europea, define el “Umbral de la pobreza”, en relación al anterior calificativo de la misma, señalando este término, que el limite bajo el cual quedan incluidos todos aquellos individuos con ingresos inferiores a la mitad de los ingresos medios que se producen en cada país, pudiendo ser moderada (>50%) o severa (>25%).
Sin embargo se sigue aludiendo a la pobreza en términos absolutos, definida como una privación severa de la satisfacción de las necesidades humanas básicas; relacionada con la definición propuesta por el Consejo de las comunidades Europeas, que conceptualiza la pobreza no solo como una situación económica, sino también social y cultural, multidimensional.
Según Amartya Sen (premio Nobel de Economía en 1998), afirma que la pobreza no se debe medir analizando, simplemente, según el acceso a bienes materiales y sociales, sino que es necesario que estos individuos que tienen acceso a tales bienes sepan utilizarlos/administrarlos de forma eficaz.
Existen índices y tasas de evolución que nos ofrecen una paronímica actualizada de la pobreza en países pobres y avanzados, tanto en el ámbito internacional (el Índice de desarrollo humano que emplea la ONU y que publica periódicamente en su “programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo”, mide los avances promedio de un país según tres dimensiones: vida saludable, educación y nivel de vida medio digno según el PIB per cápita; un segundo indicador es el que analiza la situación de la infancia en países desarrollados , el informe de la UNEFF), europeo (el Índice de Gini mide la desigualdad social que indica si la distribución de ingresos de un país es equitativa o cuanto se aleja de serlo) y nacional (el INE a través de los datos que publica en la Encuesta de Condiciones de vida, mide el umbral de la pobreza dependiendo de la distribución de los ingresos por unidad de consumo de las personas y proporciona la tasa de pobreza relativa).
La marginación social es una situación del individuo o grupo de individuos respecto a la sociedad, que no tiene cubiertas sus necesidades vitales de salud, educación, estabilidad y afecto, manifestándose a través de la pobreza, la deficiencia familiar y la conducta desadaptada; viene marcada por la dificultad para integrarse a algunos sistemas del funcionamiento social, mientras que la desigualdad hace referencia a la distancia (no a la dificultad de integración) entre los miembros de una sociedad por distribución desigual tanto de oportunidades como de recursos.
La desigualdad es un concepto más amplio que la pobreza, pues mide en término de riqueza o renta. Cuanto más diferencial sea la distribución de recursos (desigualdad), mayor será el porcentaje de la población que vive en situación de pobreza.
Podemos decir que la superación de una, no implica la mejora de la otra.
El termino exclusión social surge con la intención de recoger las múltiples aceptaciones empleados en la descripción de los términos anteriormente nombrados, que afectan cada vez a un número mayor y diverso de personas y grupos en el contexto actual.
La exclusión social es un proceso social de separación de un individuo o grupo respecto a sus posibilidades, a las que otros si tienen acceso y disfruta. La pobreza es un factor clave, pero no el único, la exclusión abarca tanto las carencias económicas o insatisfacción de necesidades como la privación de los derechos de ciudadanía, desigualdad de situaciones y posibilidades.
Existen cuatro áreas que han influido en la definición del proceso de exclusión social:
- La heterogeneidad social: hace referencia a la diversidad cultural, a las transformaciones vividas en el amito familiar y en la modificación del contenido y extensión de los ciclos de vida personal.
- Transformaciones del mercado laboral: tener un empleo hoy, no equivale a la exención de riesgo de exclusión, mientras que tener unas condiciones razonables de empleabilidad, si (flexibilización del contrato, modificaciones constantes de las formas de producciones, manejo de nuevas tecnologías…)
- Inadaptación de la política social: la combinación de dos problemas tradicionales de la política social, asignación de prestaciones insuficientes y la atomización de las ayudas frente a un problema de carácter global, no han contribuido a la prevención e intervención en situaciones de exclusión.
- Cuestionamiento del sistema educativo: la nueva generación de jóvenes que abandonan la escolaridad obligatoria y no consiguen una formación o capacitación laboral suficiente, siendo el nuevo colectivo con mayor riesgo de exclusión social, y una muestra de la necesidad de renovación del sistema educativo.
La exclusión presenta una serie de características que ayudan a la compresión de este fenómeno: estructural, multidimensional, dinámico, acumulativo, global y variable.
La exclusión social se muestra como un proceso resultado de la combinación de distintos factores que, por separado, no permiten una relación causa-efecto, pero su interacción provoca la separación del individuo de las posibilidades de desarrollo personal y participación social.
Si la definición de pobreza se completa con el término de exclusión social, también la referencia a los mecanismos de integración social se revisa, surgiendo el concepto de inclusión social, que describe la capacidad de individuos y grupos para mejorar su desarrollo personal y su participación social. Las políticas y programas tienen el objetivo de reforzar las capacidades, la autonomía, los lazos familiares, el nivel educativo y la activación de roles personales y comunitarios, que permiten convivir de forma constructiva en su entorno.
Los ejes por tanto que garantizan una adecuada inclusión social son: la familia y el capital social, la participación en el mercado y el reconocimiento y la participación pública.
Es interesante conocer la evolución de las personas consideradas pobres teniendo en cuenta las coordenadas espacio-temporales. Han predominado dos líneas de origen de la pobreza, la línea individualista (defensores de las circunstancias personales como las causantes de la misma, eximen del Estado cualquier intervención, porque es la persona la responsable de su situación, por lo tanto también de la respuesta a esta situación) y la línea estructuralista (tiene en cuenta el entorno en la aparición y las consecuencias, favoreciendo la intervención que aseguran unos mínimos de subsistencia e inserción a los ciudadanos, que no pueden lograrlos por sí mismos, debido al funcionamiento de los sistemas que conforman la sociedad).
Resulta difícil y arriesgado definir perfiles de pobreza y exclusión por la complejidad y dinamismo del fenómeno, pero se pueden anotar algunos grupos sociales con mayor riesgo de padecer situaciones de exclusión:
- Mujeres con cargas familiares no compartidas.
- Jóvenes en situación de fracaso o abandono escolar.
- Comunidad gitana.
- Adultos desempleados de larga duración.
- Personas sin hogar.
Se debe continuar con el análisis de las propuestas de prevención e intervención en el ámbito internacional, europeo, nacional y autonómico.
La declaración no se limita a describir posibles mejoras, sino que concreta y establece una serie de indicadores de evaluación para cada objetivo, por lo que los ODM se convierten en un compromiso serio para intervenir en las realidades de los países ricos y pobres.
Para que este compromiso sea real, se establecen tres pilares básicos de cooperación, de los que deben analizarse sus puntos débiles. En primer lugar, la ayuda internacional para el desarrollo, arrastra dos carencias, un déficit continuo de financiación y la ineficacia de la aplicación. En segundo lugar, el comercio internacional, presentando como impedimento las políticas comerciales que imponen los países ricos y que niegan la posibilidad al resto. Por último, la seguridad, siendo los conflictos armados una fuente de violación sistemática de los derechos humanos, obstaculizando el cumplimiento de los ODM.
En el contexto europeo, es la Comisión Europea, la que asume el compromiso de construir una Europa marcada por la integración a través de la coordinación de las acciones y programas en materia de inclusión, además de la contribución a la investigación de los procesos antagónicos. El compromiso se materializa en el Programa Europeo de Lucha contra la Exclusión Social, siendo esenciales tres principios de intervención, la integralidad, la coordinación y el trabajo en red.
De este programa derivan los Planes Nacionales de Acción para la Inclusión Social, desarrollándose en España la tercera visión del mismo.
La Constitución asigna a las comunidades autónomas la responsabilidad de planificación y gestión de programas desarrollados en los Servicios Sociales de cada municipio. Es complejo sintetizar los programas que realizan las distintas comunidades autónomas, pero existe un punto en común en todas ellas, los programas de Rentas Mínimas. Laparra las define como una prestación de cuantía diferencial que garantiza unos ingresos mínimos como un derecho subjetivo, a revisión de una prueba de necesidad y condicionado a la participación de la persona que lo recibe a una serie de actividades orientadas a la inserción social/laboral. Existen dos modelos, de doble derecho (protección económica por parte del estado y a las actuaciones orientadas a su integración social) y de la contraprestación (perceptores obligados a participar en una serie de programas, pues existe una deuda con el estado al ofrecerle una prestación económica).
Existe una diferencia fundamental respecto a las administraciones europeas, que todas ellas dependen de una administración diferente a la central, mientras que los países europeos llevan a cabo una política de acción contra la pobreza de forma centralizada, homogénea.
El debate en torno a las rentas mínimas desde su implantación ha sido el riesgo de cronificación de la situación de precariedad y la posibilidad de reforzar la dependencia institucional de quienes la reciben, aunque el informe realizado por Cáritas, se observa que solo un número muy limitado recurre a la prestación de manera intermitente.
Según Laparra el principal problema es la suficiencia de la cuantía económica, pues la situación actual plantea la necesidad de una nueva línea en el sistema de protección social, una Renta Básica desmercantilizadora e igualitarista, ingreso económico garantizando a los ciudadanos de pleno derecho, intentando evitar la estigmatización de los colectivos.
No está en la mano de los educador@s sociales la solución de las desigualdades, pero si pueden contribuir a completar y actualizar el estudio de sus causas y consecuencias a la par que serán capaces de innovar la metodología de intervención y prevención.
Respecto a los trabajador@s sociales, deben ayudar a las personas excluidas a través de su intervención a que transiten de usuarios a protagonistas, actuando (los profesionales) como interventores que trabajan con la comunidad para que tenga lugar la dinámica de integración social, cuyo proceso (complejo), requiere de la integración de variados aprendizajes y habilidades sociales, teniendo en cuenta además conductas y ambientes diferentes.
Las mejores prácticas las encontraremos en:
- La ayuda mutua: ayuda micro-social basada en mecanismos de intercambio igualitario de apoyo. Pretende alcanzar un cambio social/personal específico y formada o no de forma voluntaria. Suelen funcionar automáticamente con respecto de las instituciones sociales existentes. Es un claro ejemplo de la potencialidad de las relaciones entre iguales, cuando estos se organizan para compartir recursos.
- La investigación acción-participante: el profesional, agente de cambio social, se compromete con la transformación de la realidad social de las personas investigadas, y además productor de la teoría o praxis en la medida en que sus procesos son inseparables y simultáneos.
- El psicoanálisis: es una especie de análisis psicoanalítico colectivo o institucional en acción, requiriendo un abordaje global por seis áreas: Ocupacional Pre laboral, Ocupacional Laboral, Socio-cultural, del Ocio, Formación Básica y Personal y Familiar.
La pobreza y la exclusión social refleja de manera más completa las situaciones de vulnerabilidad social, ayudando a identificar los nuevos perfiles y factores vinculados a la desigualdad, pudiendo desembocar en la marginación social.
La exclusión social es un proceso social de separación de un individuo o grupo respecto a sus posibilidades, a las que otros si tienen acceso y disfruta. La pobreza es un factor clave, pero no el único, la exclusión abarca tanto las carencias económicas o insatisfacción de necesidades como la privación de los derechos de ciudadanía, desigualdad de situaciones y posibilidades.
Existen cuatro áreas que han influido en la definición del proceso de exclusión social:
- La heterogeneidad social: hace referencia a la diversidad cultural, a las transformaciones vividas en el amito familiar y en la modificación del contenido y extensión de los ciclos de vida personal.
- Transformaciones del mercado laboral: tener un empleo hoy, no equivale a la exención de riesgo de exclusión, mientras que tener unas condiciones razonables de empleabilidad, si (flexibilización del contrato, modificaciones constantes de las formas de producciones, manejo de nuevas tecnologías…)
- Inadaptación de la política social: la combinación de dos problemas tradicionales de la política social, asignación de prestaciones insuficientes y la atomización de las ayudas frente a un problema de carácter global, no han contribuido a la prevención e intervención en situaciones de exclusión.
- Cuestionamiento del sistema educativo: la nueva generación de jóvenes que abandonan la escolaridad obligatoria y no consiguen una formación o capacitación laboral suficiente, siendo el nuevo colectivo con mayor riesgo de exclusión social, y una muestra de la necesidad de renovación del sistema educativo.
La exclusión presenta una serie de características que ayudan a la compresión de este fenómeno: estructural, multidimensional, dinámico, acumulativo, global y variable.
La exclusión social se muestra como un proceso resultado de la combinación de distintos factores que, por separado, no permiten una relación causa-efecto, pero su interacción provoca la separación del individuo de las posibilidades de desarrollo personal y participación social.
Si la definición de pobreza se completa con el término de exclusión social, también la referencia a los mecanismos de integración social se revisa, surgiendo el concepto de inclusión social, que describe la capacidad de individuos y grupos para mejorar su desarrollo personal y su participación social. Las políticas y programas tienen el objetivo de reforzar las capacidades, la autonomía, los lazos familiares, el nivel educativo y la activación de roles personales y comunitarios, que permiten convivir de forma constructiva en su entorno.
Los ejes por tanto que garantizan una adecuada inclusión social son: la familia y el capital social, la participación en el mercado y el reconocimiento y la participación pública.
Es interesante conocer la evolución de las personas consideradas pobres teniendo en cuenta las coordenadas espacio-temporales. Han predominado dos líneas de origen de la pobreza, la línea individualista (defensores de las circunstancias personales como las causantes de la misma, eximen del Estado cualquier intervención, porque es la persona la responsable de su situación, por lo tanto también de la respuesta a esta situación) y la línea estructuralista (tiene en cuenta el entorno en la aparición y las consecuencias, favoreciendo la intervención que aseguran unos mínimos de subsistencia e inserción a los ciudadanos, que no pueden lograrlos por sí mismos, debido al funcionamiento de los sistemas que conforman la sociedad).
Resulta difícil y arriesgado definir perfiles de pobreza y exclusión por la complejidad y dinamismo del fenómeno, pero se pueden anotar algunos grupos sociales con mayor riesgo de padecer situaciones de exclusión:
- Mujeres con cargas familiares no compartidas.
- Jóvenes en situación de fracaso o abandono escolar.
- Comunidad gitana.
- Adultos desempleados de larga duración.
- Personas sin hogar.
Se debe continuar con el análisis de las propuestas de prevención e intervención en el ámbito internacional, europeo, nacional y autonómico.
La declaración no se limita a describir posibles mejoras, sino que concreta y establece una serie de indicadores de evaluación para cada objetivo, por lo que los ODM se convierten en un compromiso serio para intervenir en las realidades de los países ricos y pobres.
Para que este compromiso sea real, se establecen tres pilares básicos de cooperación, de los que deben analizarse sus puntos débiles. En primer lugar, la ayuda internacional para el desarrollo, arrastra dos carencias, un déficit continuo de financiación y la ineficacia de la aplicación. En segundo lugar, el comercio internacional, presentando como impedimento las políticas comerciales que imponen los países ricos y que niegan la posibilidad al resto. Por último, la seguridad, siendo los conflictos armados una fuente de violación sistemática de los derechos humanos, obstaculizando el cumplimiento de los ODM.
En el contexto europeo, es la Comisión Europea, la que asume el compromiso de construir una Europa marcada por la integración a través de la coordinación de las acciones y programas en materia de inclusión, además de la contribución a la investigación de los procesos antagónicos. El compromiso se materializa en el Programa Europeo de Lucha contra la Exclusión Social, siendo esenciales tres principios de intervención, la integralidad, la coordinación y el trabajo en red.
De este programa derivan los Planes Nacionales de Acción para la Inclusión Social, desarrollándose en España la tercera visión del mismo.
La Constitución asigna a las comunidades autónomas la responsabilidad de planificación y gestión de programas desarrollados en los Servicios Sociales de cada municipio. Es complejo sintetizar los programas que realizan las distintas comunidades autónomas, pero existe un punto en común en todas ellas, los programas de Rentas Mínimas. Laparra las define como una prestación de cuantía diferencial que garantiza unos ingresos mínimos como un derecho subjetivo, a revisión de una prueba de necesidad y condicionado a la participación de la persona que lo recibe a una serie de actividades orientadas a la inserción social/laboral. Existen dos modelos, de doble derecho (protección económica por parte del estado y a las actuaciones orientadas a su integración social) y de la contraprestación (perceptores obligados a participar en una serie de programas, pues existe una deuda con el estado al ofrecerle una prestación económica).
Existe una diferencia fundamental respecto a las administraciones europeas, que todas ellas dependen de una administración diferente a la central, mientras que los países europeos llevan a cabo una política de acción contra la pobreza de forma centralizada, homogénea.
El debate en torno a las rentas mínimas desde su implantación ha sido el riesgo de cronificación de la situación de precariedad y la posibilidad de reforzar la dependencia institucional de quienes la reciben, aunque el informe realizado por Cáritas, se observa que solo un número muy limitado recurre a la prestación de manera intermitente.
Según Laparra el principal problema es la suficiencia de la cuantía económica, pues la situación actual plantea la necesidad de una nueva línea en el sistema de protección social, una Renta Básica desmercantilizadora e igualitarista, ingreso económico garantizando a los ciudadanos de pleno derecho, intentando evitar la estigmatización de los colectivos.
No está en la mano de los educador@s sociales la solución de las desigualdades, pero si pueden contribuir a completar y actualizar el estudio de sus causas y consecuencias a la par que serán capaces de innovar la metodología de intervención y prevención.
Respecto a los trabajador@s sociales, deben ayudar a las personas excluidas a través de su intervención a que transiten de usuarios a protagonistas, actuando (los profesionales) como interventores que trabajan con la comunidad para que tenga lugar la dinámica de integración social, cuyo proceso (complejo), requiere de la integración de variados aprendizajes y habilidades sociales, teniendo en cuenta además conductas y ambientes diferentes.
Las mejores prácticas las encontraremos en:
- La ayuda mutua: ayuda micro-social basada en mecanismos de intercambio igualitario de apoyo. Pretende alcanzar un cambio social/personal específico y formada o no de forma voluntaria. Suelen funcionar automáticamente con respecto de las instituciones sociales existentes. Es un claro ejemplo de la potencialidad de las relaciones entre iguales, cuando estos se organizan para compartir recursos.
- La investigación acción-participante: el profesional, agente de cambio social, se compromete con la transformación de la realidad social de las personas investigadas, y además productor de la teoría o praxis en la medida en que sus procesos son inseparables y simultáneos.
- El psicoanálisis: es una especie de análisis psicoanalítico colectivo o institucional en acción, requiriendo un abordaje global por seis áreas: Ocupacional Pre laboral, Ocupacional Laboral, Socio-cultural, del Ocio, Formación Básica y Personal y Familiar.
La pobreza y la exclusión social refleja de manera más completa las situaciones de vulnerabilidad social, ayudando a identificar los nuevos perfiles y factores vinculados a la desigualdad, pudiendo desembocar en la marginación social.
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